LA PRIMERA REGATA DEL AÑO
Carmen era una chica de quince años, alta, morena y risueña. Le gustaba mucho el remo y hacía dos años que lo practicaba. En su equipo había muy buen rollo, pero cada vez que el entrenador tenía que dejar a alguien sin participar solía haber malas caras.
Ella se tomaba el remo muy en serio y aunque tuviese exámenes u otras cosas que hacer, no fallaba a ningún entrenamiento. Pero no todas se lo tomaban con la misma seriedad, algunas ponían cualquier excusa para no ir a entrenar, y eso fastidiaba a todo el equipo porque podían no completar la embarcación y se quedaban en tierra con otro entrenamiento diferente. Eso la sacaba de quicio, y no era la única. Había otras tres personas que también se lo tomaban en serio, Patricia, Angie y Nuria, por eso siempre solían querer participar juntas en las regatas.
El dieciséis de enero, tocaba la primera regata del año, y todas se sentían muy nerviosas. Carmen, Patricia, Angie y Nuria estaban en la furgoneta del club de remo de Getaria (GAE), andaban gritando como locas porque era lo que solían hacer para relajarse. Llegó Basurto, el entrenador, y les echó la bronca, como siempre, por llamar a atención.
-¡Pero bueno! ¿ya estáis otra vez gritando? ¿Cuantas veces os tengo pe decir que no estamos en el circo?¡Ya basta!- dijo el entrenador-
Las chicas se quedaron mudas, siempre les echaba la bronca, pero nunca había gritado de es manera. Tuvieron miedo en un momento pero se tranquilizaron.
Llegó la hora de saber quién participaría en la regata, todas estaban muy nerviosas y al mismo tiempo tenían frío porque la temperatura no llegaba cinco grados y vestían con pantalones cortos. El entrenador les comunicó que por el mar revuelto y el mal tiempo con chubascos y viento, la regata de había cancelado. Ellas se desilusionaron, porque todo el nerviosismo que habían sufrido todo el día, tendrían que pasarla otra vez.
Aunque se había cancelado, el entrenador les dijo a Nuria, Angie, Patricia y Crmen que iban a disputar ellas porque ponían muchas ganas de aprender a remar bien, pero que tenían que dejar a un lado las tonterías de gritos y juegos.
Ellas estaban muy felices, pero les daba pena que no se jugara la regata que disputarían juntas y en la que hubieran podido demostrar que eran al mejor tripulación.
Ella se tomaba el remo muy en serio y aunque tuviese exámenes u otras cosas que hacer, no fallaba a ningún entrenamiento. Pero no todas se lo tomaban con la misma seriedad, algunas ponían cualquier excusa para no ir a entrenar, y eso fastidiaba a todo el equipo porque podían no completar la embarcación y se quedaban en tierra con otro entrenamiento diferente. Eso la sacaba de quicio, y no era la única. Había otras tres personas que también se lo tomaban en serio, Patricia, Angie y Nuria, por eso siempre solían querer participar juntas en las regatas.
El dieciséis de enero, tocaba la primera regata del año, y todas se sentían muy nerviosas. Carmen, Patricia, Angie y Nuria estaban en la furgoneta del club de remo de Getaria (GAE), andaban gritando como locas porque era lo que solían hacer para relajarse. Llegó Basurto, el entrenador, y les echó la bronca, como siempre, por llamar a atención.
-¡Pero bueno! ¿ya estáis otra vez gritando? ¿Cuantas veces os tengo pe decir que no estamos en el circo?¡Ya basta!- dijo el entrenador-
Las chicas se quedaron mudas, siempre les echaba la bronca, pero nunca había gritado de es manera. Tuvieron miedo en un momento pero se tranquilizaron.
Llegó la hora de saber quién participaría en la regata, todas estaban muy nerviosas y al mismo tiempo tenían frío porque la temperatura no llegaba cinco grados y vestían con pantalones cortos. El entrenador les comunicó que por el mar revuelto y el mal tiempo con chubascos y viento, la regata de había cancelado. Ellas se desilusionaron, porque todo el nerviosismo que habían sufrido todo el día, tendrían que pasarla otra vez.
Aunque se había cancelado, el entrenador les dijo a Nuria, Angie, Patricia y Crmen que iban a disputar ellas porque ponían muchas ganas de aprender a remar bien, pero que tenían que dejar a un lado las tonterías de gritos y juegos.
Ellas estaban muy felices, pero les daba pena que no se jugara la regata que disputarían juntas y en la que hubieran podido demostrar que eran al mejor tripulación.